domingo, 17 de agosto de 2014

La cebolla identitaria

EL sentimiento de identidad puede funcionar como las capas de una cebolla, en las que unas envuelven a las otras formando una sola unidad.
Me explico: como ya he escrito otras veces, un londinense puede (y debería) sentirse londinense, inglés, británico y multicultural.
Un barcelonés puede sentirse catalán, español, europeo y cosmopolita.
Estas serían las capas de una cebolla normal.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando nos saltamos una capa? Que la cebolla no es normal. No quiero ponerme en plan silogismos, pero si un vasco se siente sólo vasco , pase, aunque no lo comparta.

¿Qué pasaría si se considerase “bilbaíno y español” pero no vasco, o un andazul “sevillano y europeo” pero no español?. ¿A que nos parecería ilógico, o incompleto?
Pues esto pasa con miles, quizá millones de madrileños, e incluso de indígenas de otras partes de las Castillas.(1)


En Madrid, en virtud de los intereses de las castas que dirigen España desde la transición, se nos lleva diciendo desde hace 30 años que somos madrileños, españoles, europeos, y desde hace unos años, “ciudadanos del mundo”. Se han saltado, adrede y con intencionalidad, la capa castellana (y no me refiero a la pañosas salmantina, no se me alarmen los comisarios leonesistas) Nos falta una capa, un escalón, una parte esencial para entendernos como madrileños, como españoles y como ciudadanos del mundo.

Unos cuantos “madrileños viejos” lo vemos así, y por tanto no dejaremos de proclamar la castellanidad de Madrid. Digan lo que digan los libros de texto del adoctrinamiento oficial (eso que llaman pretenciosamente “Educación”) Diga lo que diga Telemadrid, los políticos, la mayoría y el Papa de Avignon.

Madrid ha sido y es Castilla. Y sin su castellanidad, no podrá ser. Del mismo modo que no podrá subsistir España sin tener en cuenta a Castilla. Al tiempo.



(1) Similar a Madrid es el caso de las otras CCAA castellanas uniprovinciales: Cantabria y La Rioja, si bien con matices diferentes. En Santander, por ejemplo, han cambiado la identidad castellanovieja por una mitificación de lo prerromano, lo “celta” y el nordicismo de la Castilla verde y cantábrica frente a la mesetaria. En la Rioja, también bajo influencia vasca, se exalta la etapa Navarra y se entiende lo riojano como algo del Ebro, frente a la Castilla “Duerolandia”. Pero el fantasma de lo los localismos, una vez destruida la conciencia castellana. Sobrevuela todas las Castillas: el mancheguismo anticastellano, el burgalesismo uniprovincial y provinciano, los que claman por una Soria autónoma (aunque razones no les faltan, por el abandono de la provincia) , etc etc.










sábado, 16 de agosto de 2014

Desconocido madrileño

“La memoria, donde se la toque, duele” (Giorgios Seferis)
“…Cuando he perdido tu espalda, cuando encontramos sólo vacío, mi amigo. Y me llamas de amigo con unhilillo de voz, con una sonrisa nerviosa que da a entender tu desgana; con un vulgar apretón de unas manos siempre sudadas…mi amigo. (…) Capitanes de quince años que fuimos, para ser ahora dos desconocidos.” (Desconocido, Cardalda-Coppini “Golpes Bajos” 1984 )


Curiosa es la memoria. Cuántas magdalenas de Proust, cuántos flash-back involuntarios. Ayer fue el día de la Virgen de la Paloma, patrona oficiosa de mi pueblo. Y hoy accidentalmente he escuchado el “Voices in the sky” de los Moody Blues. Curiosa es la memoria, y peculiares las combinaciones que establece en el recuerdo. Empecé a acudir a la verbena de la Paloma en mi adolescencia, con un grupo de amigos del barrio. Capitaneados por el primogénito de una saga familiar. Este mismo amigo con el que, ciérrase el bucle, acudí una calurosa tarde del verano de 1986 hasta los sótanos de la Gran Vía, en los que a la sazón se encontraba una de las tiendas de discos más importantes de la ciudad, Discoplay. Años dorados del vinilo, años de giradiscos e ilusiones juveniles.

En aquellos días el que esto escribe era un personaje ecuménico y conciliador, partícipe de diversas pandillas de amigos procedentes de un mismo grupo común, gran grupo madre que a mediados de los 80 se subdividió por esas cosas de la vida, o de este país tan fragmentario, que tanto monta.

Una de esas pandillas en realidad pasó de terceto a triunvirato, de “los chicos del cable” a la “panda del pacharán”. Calle Barquillo, paraíso del sonido. Amplificadores, psicodélicos, giradiscos. Incursiones incruentas a Discoplay o la Metralleta a comprar discos. Y los domingos, sesiones maratónicas de cine con otros hermanos del clan: en el Fantasio, el cinestudio Bogart, el Ideal u otro cualquiera:  ciclo Kubrick, Stanley Kramer o el gran Humpfrey.

A fines de los 80 el terceto se constituyó con otra vieja amiga y “lideresa” de acampadas en ambas vertientes de la Sierra de Guadarrama. Luces de colores, pacharán casero, tortilla de patatas y música psicodélica/progresiva. Pink Floyd, Camel.

Pero la vida da muchas vueltas. Una separación matrimonial, alejamiento por cosas de la vida, felicitaciones navideñas no correspondidas.

Estas Navidades, ingenuo de mí, volví a telefonear a mi viejo amigo pensando que se podría recuperar la amistad. Pero, estas cosas pasan en la vida, a veces las amistades se pierden.


“No me llames de amigo si me vas a dejar dolido, mi amigo”







viernes, 8 de agosto de 2014

El gamberro y el padrino

 

 

Uno de los mejores himnos jamás escrito sobre el cabreo juvenil . 30 y tantos años después de hacerme hervir la sangre, contemplo cómo los jóvenes cabreados de hoy día se ponen narices de payaso. Y como yo mismo, joven y cansado, no he cambiado el mundo. Ni siquiera el más cercano a mí


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