domingo, 8 de diciembre de 2013

I am the Egg Man

“Nothing is real and nothing to get hungabout…”

33 años sin Lennon. Con todas sus sombras, con todo lo que pudo colaborar a la decadencia de Occidente...sigue formando parte de mi historia. Recuerdo aquel día. Pubertad, beatlemanía, ganas de cambiar el mundo. Pero, como decía Mafalda, al final el mundo es el que le cambia a uno.

Hasta que a uno se le cruzan los cables: llámalo crisis de los 40, llámalo que te ponen de patitas en la calle, llámalo paro y precariedad, y decide que basta ya de ser un juguete, de ser el “niño bueno” programado para contentar a unos y otros. Y vas y te dejas melena a los 40 y algo. Pero volvamos a John. ¿Qué añadir que no haya escrito con anterioridad en publicaciones anteriores de esta bitácora? ¿qué crecí con la música de los Beatles? ¿que muchas canciones son inseparables de “momentos y lugares”? ¿que forman parte de mí?

Aquella noche del 8 de diciembre (creo recordar que en España era ya día 9) fue una conmoción en un adolescente de 15 años recién cumplidos que idolatraba el Rock en general y a los Fab Four en particular. Recuerdo aquella noche, el especial de radio del Mariscal Romero, en el que descubrí canciones que aún hoy me conmocionan, como Across the Universe o I am the Walrus.

En el Instituto, Lennon y álbumes como el doble blanco serían referencia de unos jóvenes idealistas. Aquellos viernes de guitarras. Julia, Dear Prudence…

Luego creces, lees, maduras, descubres otras músicas y te das cuenta que los Beatles (y Elvis, y los Who, y los Zeppelin…) eran contingentes, imperfectos y todo eso.

Pero tal día como hoy, el recuerdo vuelve. Recuerdo de otros otoños, de otro Madrid, de otra España muy distinta a la de hoy, para bien y para mal. 33 años sin Lennon.


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