domingo, 18 de agosto de 2013

Un día cualquiera en Madroñistán. Porque la realidad supera al cine de barrio (Crónicas de un Rodriguez. VIII)

Madriz City. Dos abueletes discutiendo sobre metafísica avanzada en el autobus: ¿quién es superior, Farina, Juanito Valderrama o Antonio Molina?  Uno de ellos, cual hiphopero del Bronx, lleva la música a toda tralla: un peculiar “mix” de la raspa, el cocherito leré, estaba el sr. D. Gato y otros grandes temas de nuestra infancia en versión pasodoble instrumental chunda-chundation.

Llego a casa y pongo el arma de distracción masiva, vulgo televisión.  Fúrgol por aquí, fúrgol por allá. No hay trabajo, no hay dinero, pero tenemos a Messi, Ronaldo, Piqué y los demás. Espléndido.

Enciendo el internete. En twitter el gran problema nacional para unos es Gibraltar. Para otros es que se vayan los señoritos del PP (como si el acceso al poder del PSOE fuese a arreglar algo: ellos que nos llevaron a la ruina y al paro). Y si no, cuestiones de gran trascendencia, como Madrid 2020 o Eurovegas (otro día hablaremos de esto). Recuerdo hace unos meses, cuando “millones” de madrileños suspiraron aliviados al saber que el “Tio Pepe” de la Puerta del Sol había sido indultado. ¡Por fin, una buena noticia para nuestro patrimonio cultural!

Se salvó el Tio Pepe. Bien. Pero a nadie le importa que hayan derribado cientos de casas bajas de los que fueron pueblos: Carabanchel, Vallecas… Nadie se escandaliza porque cada año se pierdan bares tradicionales, o pequeños comercios que han sido durante décadas el alma de un barrio. Nadie organiza una “plataforma salvemos a” para recuperar la Gran Vía que conocimos, la de los cines y las cafeterías “de toda la vida” .
En fin, a nadie le importa un egg que en nuestros barrios no queden churrerías.

Un Madrid desaparece ante la mirada indiferente de sus hijos, lobotomizados por los medios, por la “educación” y por la presión social que considera la tradición como algo caduco y rancio. "Igualito" que en Londres que preserva hasta los grifos de los años 60, y no por eso son menos cosmopolitas o modernos.


Así que al final la escena de los dos ancianos discutiendo sobre la preminencia de uno u otro “coplero” me resulta hasta entrañable. Como los boquerones en vinagre de los viejos bares. O hasta el Tio Pepe de Sol, por qué no.

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