martes, 27 de agosto de 2013

Aullando con lobos

Matrix

Nos educaron para ser buenos perros pastores. Educación lo llaman. En realidad adoctrinamiento, de una u otra forma.

El caso es que nos enseñaron bien, nos hicieron los fieles guardianes de la grey. 

Nuestra sociedad se encuentra poblada por los habitantes de la gran pradera: corderos, borregos, y otros herbívoros, dicho esto sin ánimo peyorativo. Se creen lo que les cuentan los medios de manipulación de masas (de comunicación, perdón), se adscriben a alguna de las etiquetas ideológicas del régimen, creen que son libres, que viven en democracia y que la vida es como una peli de Hollywood en la que al final gana siempre el bien.


Luego están los lobos, generalmente solitarios, aunque a veces se agrupan en pequeñas manadas. Estos son rebeldes y no aceptan el statu quo, aunque ello les obligue a vivir en los montes. Buscan la verdad por otros medios, lo cual no es tarea fácil entre el exceso de información. Pero nadie ha dicho que su tarea sea fácil.


Otras especies viven a caballo de los dos mundos:  son  coyotes y zorros, oportunistas y conscientes de la situación, bastante tienen (tenemos) con sobrevivir.


Los amos del rebaño se valen de los llamados perros guardianes, que no son “malos” según su conciencia. Están convencidos de hacer lo correcto y de estar del lado de los buenos contra los lobos y demás alimañas del “eje del mal”.


Como ya he dicho, a muchos de nosotros, entre los más inteligentes, astutos o simplemente buenos en algo, nos educaron/adiestraron para ser buenos perros guardianes. Maestros, policías, jueces, periodistas, cineastas, incluso parte de los llamados intelectuales…todos trabajando para los mismos intereses, la mayoría sin ser conscientes de ello.


Algunos íbamos para perros pastores. Pero llega un día (mejor dicho, muchos, es un proceso ) en que nos damos cuenta de que vivimos en un Matrix y tenemos que tomar la decisión: o tomamos la pastilla roja o la azul.


Como bien dicen los anglosajones, “ignorance is bliss”, algo así como que la ignorancia es la felicidad.


En mi caso, soy un perro asilvestrado que ha creído que podía ser un lobo. Quizá me falte la ferocidad y fuerza del lobo. Quizá soy un gato, rebelde, individualista en ocasiones. Quizá no sea peligroso para los amos del rebaño. Pero nunca me doblegaré. Me he tomado la pastilla roja, y ya no hay vuelta atrás.


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