lunes, 22 de julio de 2013

Spain is different…y Castilla no veas.

Todos los veranos se nos recuerda que el turismo es motor de la economía española. De hecho es lo único que le queda a España, desmantelado su tejido industrial autóctono (lejos quedan los tiempos del INI) , cautivo y desarmado su sector agropecuario por orden del amo europeo. 

El turismo fue un feliz invento de la España tardo-franquista.  Y “Spain is different”  fue un slogan acuñado por las cabezas pensantes del Ministerio de Información y Turismo que a la sazón  dirigía  Manuel Fraga. 

Millones de turistas comenzaron a visitarnos, atraídos por el exotismo hispano, ese “hecho diferencial” que se venía  promoviendo desde el s. XIX. Había que vender una España diferente, y en ese sentido, los toros, el flamenco y la  mitificación del pasado andalusí vinieron en auxilio de la emergente economía española.

Todo lo que hubiese de europeo en España debía ser minificado o negado, no en vano “éramos diferentes”. Y, así, la verdadera cultura popular española, la de los distintos folclores quedó relegada al consumo interior, a los colegios y la sección de coros y danzas. De cara al exterior se vendió la España del flamenco y los toros,  parte del folclore andaluz, copla y demás. 

En cuanto a la verdadera cultura española, la de vascos, catalanes, gallegos, asturianos, castellanos, leoneses, aragoneses….hasta de los mismos andaluces: esa no interesaba, era en muchos aspectos demasiado similar a la de otros pueblos europeos.

CastellanosNoSonAndaluces 
Fuente imagen: perfil de facebook “región Castilla la Nueva”

Este proceso de marketing de la “marca España” a su vez se dedicó a vender exclusivamente un país de sol, playa y sangría. La España exterior, la costera, muchas de cuyas regiones ´habían sido las niñas mimadas del régimen, que en ellas puso fábricas y las mimó para acallar a la bestia separatista.

La España interior, salvo Madrid, fue víctima de la despoblación, el empobrecimiento, el expolio de sus recursos naturales e incluso de su Patrimonio histórico-artístico. El tan cacareado centralismo madrileño-castellano no sólo no ayudó a las provincias castellanas, sino que resultó perjudicial para los mismos madrileños.´

Así es también con el sector turístico. Salvo la excepción de Madrid y las capitales vecinas de Segovia, Toledo y en menor medida Ávila, el turismo exterior pasa por Castilla o por Aragón como la comitiva de “Bienvenido, Mr. Marshall”. Y, para más inri, como en la genial película de Berlanga, los castellanos siguen esperándolo vestidos de andaluces, que es como más “español”.

¿Y el turismo interior? A Castilla no se viaja. De Castilla no se habla nunca. Ni siquiera existimos. En una ocasión, me preguntó un primo de mi mujer, andaluz, qué sentido tenía un nacionalismo/regionalismo castellano, que de quién nos queríamos separar. Yo, sinceramente, hay días que querría separarme del resto de la ciudadanía española. Pero no, nosotros no queremos separar. Todo lo contrario. Queremos reunir lo que durante siglos fue una misma entidad jurídica, social y cultural.

Queremos respeto. Queremos existir. Y ser uno más de los pueblos ibéricos, dejar de ser el felpudo del resto de España.

www.asc-castilla.org

2 comentarios:

  1. muy buen artículo.

    LA verdad es que estamos viviendo un lavado de cerebro increible en Castilla :-(

    ResponderEliminar
  2. ¿De quién es todo el medio rural que se puede cultivar? ¿Tiene algo que ver el poco provecho que se le saca a la tierra cultivable en toda España con la cantidad ingente de invernaderos en el sudeste?

    ResponderEliminar


Contribuyentes