viernes, 24 de junio de 2011

LA CASA DE CARLOS (el anti-urbanismo de los Madriles)

Mi amigo Carlos T. vivía en la casa que fue de su abuelo, una casita baja en Vallecas. Una casita típicamente manchega, con su patio anterior, un solo piso, y patio posterior con su pozo y sus arbolitos. Parte de la historia de Madrid, de su folclore (en el buen sentido de la palabra) y de su cultura. Una casa en la que nos reuníamos los amigos a tocar la guitarra, a beber cervezas, entre las pinturas y los discos de este sujeto. Que ¿a qué viene todo esto? Mi amigo Carlos heredó la casa y la quiso rehabilitar. Desde el Ayuntamiento le pusieron todo tipo de trabas y obstáculos hasta que, agotados y acosados, se vieron obligados a vender la casita para que construyesen en el solar uno de esos engendros arquitectónicos impersonales que puedes encontrar en cualquier otra ciudad. Y esto está psando en los cascos de los pueblos que fueron absorvidos por Madrid: Carabanchel, Vallecas, Fuencarral... A los ancianitos que vivían en casas bajas en Campamento les presionaron hasta que se fueron. A esto lo llaman progreso, yo no sé cómo llamarlo. Aquí siempre hemos confundido la modernidad con la gilipollez, por decirlo de alguna manera vulgar pero comprensible. En Madrid sólo se ha respetado los Austrias, y ni esto,y como se consume el atropello de la Plaza Mayor, nos podemos temer cualquier cosa. Y me temo que aunque cambiasen los políticos, este es un tema de la sensibilidad del personal (o su falta de ella). No me imagino tropelías así en Paris o Amsterdam, ciudades que conozco bien. Jesús, qué país...

(publicado originalmente como nota en mi perfil de facebook)

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